Cuando escucho esto en boca de Jesús, no puedo más que entrar en una cierta confusión. ¿Cómo Jesús va a decir que lo amemos más a él que a nuestros padres o hermanos? Suena un poco egoísta, y parece que tiene una exigencia estrecha, muy radical, pero muy estrecha de miras. Ese no es Jesús, o al menos el Jesús que es capaz de amar y darlo todo por el hombre. ¿Cómo se entiende esto?
Si Jesús realmente nos dijera que lo amemos más a él y no a los nuestros, entonces se contradeciría a sí mismo, porque él ama a los suyos con infinito amor, y eso es lo que vemos reflejado en todos su actos y formas de actuar. Por tanto, para entender esto, tal vez, hay que mirarlo del siguiente modo:
Hay que amar a Dios en los hermanos y, a través de ellos, de las personas, tenemos que amar a Dios por sobre todas las cosas. Mi amor es tan exclusivo a Dios que al mismo tiempo se hace amor a las personas. El mismo amor a Dios hace que amemos a nuestra madre, padre, hermano, hermana. Si me quedo sólo en amar a las personas, entonces mi amor se hace caduco, tal vez profundo, pero finito, porque probablemente se acabe cuando la persona pase, o se termine, y ese no se parece en nada al amor de Dios. En cambio, si mi amor a Dios es mayor que todo otro tipo de amor, entonces mi amor se hace eterno, infinito, sin límites, porque se hace el mismo amor de Dios, y esto sí que me lleva a amar a mi madre, padre, hermano, hermana, de un modo infinito y eterno, sin límites. Tal vez también ésta sea la clave para amar a mi enemigo.
Cuando pienso en la radicalidad de Jesús, a veces me asusta un poco, pero si entiendo que cuando más radical sea en las cosas de Dios, y aquí me refiero al amor como lo que define al mismo Dios, cuando más radical sea en el amor a Dios, entonces más radical voy a ser en el amor a la persona. Necesariamente, cuando amo a Dios amo a mis hermanos. No puedo no amar a Dios y pretender amar a las personas, no sería un amor auténtico. Y creo que el amor, para que sea auténtico, tiene que ser amor de Dios.
El que no me ame más que a su madre, padre, hermano, hermana… no puede ser mi discípulo, debería poder pronunciarse del siguiente modo: Ama más a Dios, entonces verás cómo eres capaz de amar, con amor de Dios, a tu madre, padre, hermano, hermana… así es como serás mejor discípulo de Jesús, porque te haces como él.